26/09/2023
La subida de los precios de la energía, y su expansión a los alimentos y otros bienes y servicios, ha supuesto un encarecimiento notable del coste de la vida, el más alto en décadas. Este incremento se ha focalizado en los bienes de consumo de primera necesidad, como alimentación, vivienda y energía, que son precisamente los que tienen un peso proporcionalmente mayor en las rentas de los hogares de rentas más bajas.
Por otro lado, el aumento de los tipos de interés también supone mayores dificultades para el consumo de los hogares financiados a crédito y que suele tener un mayor peso entre los de rentas más bajas, así como para su inversión en vivienda, lo que afecta negativamente a la población en general, y a la joven en particular.
Tal y como se analiza en la Memoria del CES 2022, con el fin de reducir el impacto social de esta situación se aprobaron cinco paquetes de medidas sociales que han supuesto un importante desembolso de recursos durante 2022 (30.000 millones de euros) para cubrir, entre otras, las subvenciones al combustible y el transporte público, las bajadas de impuestos directos e indirectos, o aumentar las prestaciones para los colectivos más vulnerables (como el IMV y las pensiones no contributivas). En 2023, en el contexto de incertidumbre económica y del crecimiento de la inflación, se aprobó un nuevo paquete de medidas. Por otro lado, los sucesivos aumentos del SMI pueden haber contribuido a mejorar el poder adquisitivo del elevado porcentaje de la población situado en este nivel de ingresos (19,3 por 100 en 2020), si bien el comportamiento de los salarios no parece que esté siendo suficiente para contrarrestar el encarecimiento del coste de la vida.