07/06/2023
La guerra en Ucrania ha provocado disrupciones en las cadenas de aprovisionamiento, de energía primero, y de materias primas agroalimentarias y agroindustriales después, sacando a la luz los riesgos y desafíos a los que se enfrenta la industria europea en el contexto actual de globalización y reavivando el debate sobre la necesidad de reducir las vulnerabilidades estratégicas de la UE. Abordar las dependencias estratégicas comunitarias resulta esencial a la hora de lograr los objetivos planteados en la “doble transición”, digital y medioambiental, en la que está embarcada la UE.
La UE debe mejorar la estabilidad, promover la diversificación y la resiliencia de las cadenas globales de valor en las que está integrada, pero sin que ello suponga poner en riesgo las ganancias de eficiencia procedentes de la especialización y la explotación de las ventajas comparativas en el comercio internacional. El conocimiento y la apropiación del conjunto de las cadenas globales de valor resultan clave para mejorar la resiliencia de las economías ante shocks adversos imprevistos.
Esta reorientación de la política comercial debe contar con cierta unidad de acción de los Estados miembros, cuestión nada baladí, puesto que tendrán que acordar conjuntamente qué grado de dependencia desean mantener con terceros países, sobre todo con China, o qué posicionamiento debe tomar la UE respecto al desacoplamiento entre las economías estadounidense y china. La UE se enfrenta, asimismo, al reto de tratar de alinear el interés comunitario de reducir las dependencias estratégicas con los intereses de las empresas privadas.
Para enfrentarse a las dependencias estratégicas el CES propone un reajuste productivo que involucre a la política industrial de manera permanente y coordinada. Se necesita una acción más decidida a favor de una política productiva común que permita recuperar el terreno frente a otros grandes bloques o economías donde se ha promovido abiertamente.
En este sentido, el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia constituye un buen punto de partida y su consolidación podría sentar las bases para instaurar una política industrial común adaptada a los retos globales a los que se enfrenta Europa. Se deberían dar avances de cara a crear un entorno regulatorio propicio para la promoción de los 14 ecosistemas estratégicos identificados por la propia Comisión: industria aeroespacial y de defensa, agroalimentación, construcción, industrias culturales y creativas, industria digital, electrónica, industrias de alto consumo energético, “energía y renovables”, salud, “movilidad, transporte y automoción”, “proximidad, economía social y seguridad civil”, comercio minorista, industria textil y turismo.
Debe recordarse, no obstante, que el éxito de cualquier estrategia industrial depende del grado de compromiso y cooperación entre la propia UE, los distintos Estados miembros, los interlocutores sociales, los sectores industriales y otras partes relacionadas con los ecosistemas industriales. En concreto, el papel de los interlocutores sociales resulta fundamental para la puesta en marcha de las herramientas como las previstas por la futura Ley de Industria de cero emisiones netas, debiendo garantizarse su participación.
07/06/2023
La guerra en Ucrania ha provocado disrupciones en las cadenas de aprovisionamiento, de energía primero, y de materias primas agroalimentarias y agroindustriales después, sacando a la luz los riesgos y desafíos a los que se enfrenta la industria europea en el contexto actual de globalización y reavivando el debate sobre la necesidad de reducir las vulnerabilidades estratégicas de la UE. Abordar las dependencias estratégicas comunitarias resulta esencial a la hora de lograr los objetivos planteados en la “doble transición”, digital y medioambiental, en la que está embarcada la UE
PROCEDENCIA DE LAS
IMPORTACIONES DE LA UNIÓN EUROPEA
DE PRODUCTOS SENSIBLES
La UE debe mejorar la estabilidad, promover la diversificación y la resiliencia de las cadenas globales de valor en las que está integrada, pero sin que ello suponga poner en riesgo las ganancias de eficiencia procedentes de la especialización y la explotación de las ventajas comparativas en el comercio internacional. El conocimiento y la apropiación del conjunto de las cadenas globales de valor resultan clave para mejorar la resiliencia de las economías ante shocks adversos imprevistos.
Esta reorientación de la política comercial debe contar con cierta unidad de acción de los Estados miembros, cuestión nada baladí, puesto que tendrán que acordar conjuntamente qué grado de dependencia desean mantener con terceros países, sobre todo con China, o qué posicionamiento debe tomar la UE respecto al desacoplamiento entre las economías estadounidense y china. La UE se enfrenta, asimismo, al reto de tratar de alinear el interés comunitario de reducir las dependencias estratégicas con los intereses de las empresas privadas.
Para enfrentarse a las dependencias estratégicas el CES propone un reajuste productivo que involucre a la política industrial de manera permanente y coordinada. Se necesita una acción más decidida a favor de una política productiva común que permita recuperar el terreno frente a otros grandes bloques o economías donde se ha promovido abiertamente.
En este sentido, el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia constituye un buen punto de partida y su consolidación podría sentar las bases para instaurar una política industrial común adaptada a los retos globales a los que se enfrenta Europa. Se deberían dar avances de cara a crear un entorno regulatorio propicio para la promoción de los 14 ecosistemas estratégicos identificados por la propia Comisión: industria aeroespacial y de defensa, agroalimentación, construcción, industrias culturales y creativas, industria digital, electrónica, industrias de alto consumo energético, “energía y renovables”, salud, “movilidad, transporte y automoción”, “proximidad, economía social y seguridad civil”, comercio minorista, industria textil y turismo.
Debe recordarse, no obstante, que el éxito de cualquier estrategia industrial depende del grado de compromiso y cooperación entre la propia UE, los distintos Estados miembros, los interlocutores sociales, los sectores industriales y otras partes relacionadas con los ecosistemas industriales. En concreto, el papel de los interlocutores sociales resulta fundamental para la puesta en marcha de las herramientas como las previstas por la futura Ley de Industria de cero emisiones netas, debiendo garantizarse su participación.